La quinta parte de la humanidad profesa el Islam, la religión que crece con mayor rapidez y probablemente también la menos comprendida en la faz de la tierra. De cara al moderno mundo secular, los musulmanes están volviendo a la raíz de su fe.
Suspendida en el aire cinco veces al día, desde Shanghái hasta Chicago, y desde Yakarta a Timbuctú, la llamada a orar del Islam estremece el alma de los musulmanes devotos. Independientemente de si surge desde un altavoz metálico sobre las calles rebosantes de gente en la ciudad, o de si se eleva como un susurro cantado por un grupo de camelleros hincados en la arena, esta llamada siempre comienza con la misma frase en árabe que los musulmanes han venido usando desde hace aproximadamente 1.400 años; un melódico himno del Islam hacia el Creador: "Al-lahu akbar" (Dios Está por encima de todas las cosas).
Hoy en día, alrededor de 1.300 millones de seres humanos –es decir, una de cada 5 personas– prestan oídos a la llamada del Islam y abrazan esta fe a un ritmo tan acelerado que se ha convertido en la religión con el crecimiento mas rápido en el mundo, con más del 80% de musulmanes más allá de las fronteras del mundo árabe.
El término Islam es una palabra árabe cuyo significado es "sumisión ante Al-lah" y cuyo origen etimológico está fuertemente arraigado en el vocablo salam, que significa "paz".
Los musulmanes honran a todos los profetas de Al-lah, incluyendo a Moisés y Jesús, la paz sea con ellos, y consideran los libros revelados a estos profetas –la Torá y el Evangelio– como parte esencial de su tradición. Difieren, sin embargo, de los cristianos en cuanto a la divinidad de Jesús, la paz sea con él, si bien tienen a este último como un mensajero de Al-lah de gran estima. El último de los mensajeros, según los musulmanes, es el Profeta Muhammad,sallallahu ‘alaihi wa sallam.
Nacido aproximadamente en el año 570 d.C. en la Meca, Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam,fue un huérfano, criado por su abuelo y su tío. Al crecer se convirtió en un modesto y respetado mercader que rechazó el politeísmo tan extendido en sus días y se volvió hacia Al-lah, el Dios Único.
Cuando tenía alrededor de 40 años, Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, se retiró a una cueva en las montañas a las afueras de la Meca para meditar. Ahí fue visitado por el arcángel Gabriel, quien comenzó a recitarle la palabra de Al-lah. Muhammad,sallallahu ‘alaihi wa sallam, transmitió estas revelaciones hasta el día de su muerte (23 años más tarde) a un grupo creciente de seguidores, muchos de los cuales asentaron sus palabras por escrito o bien las memorizaron.
Estos versos revelados se convirtieron en el Corán o recitación, la palabra literal de Al-lah y la confirmación de las Escrituras judías y cristianas originales.
El Corán se compone de 114 capítulos, y abarca temas que van desde la naturaleza misma de Al-lah (Compasivo y Misericordioso) hasta leyes que rigen los asuntos mundanos de los hombres. Entre sus preceptos se encuentran (lo que significa en español): {No devoréis vuestros bienes injustamente unos a otros, ni sobornéis con ellos a los jueces para devorar ilegalmente la hacienda ajena a sabiendas.}[Corán 2:188] y también: {No matéis al prójimo, pues Al-lah lo Ha prohibido, salvo con justo motivo...} [Corán 17:33]
El Corán es, asimismo, una fuente de la lengua árabe más pura, y es memorizado por niños en edad escolar y recitado por musulmanes adultos en ocasiones especiales.
La peregrinación a la Meca al menos una vez en la vida (hayy), es obligatoria para todo aquel que tenga la posibilidad de efectuarla, y es uno de los 5 pilares del Islam junto con los dos testimonios de fe (shahaadah), la oración (salah), el ayuno durante el mes islámico de Ramadán (sawm) y el Zakat.
Al morir el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, en el año 632 d.C. el Islam ya había logrado establecerse a lo largo y ancho de la Península Arábiga, trayendo consigo paz y unidad a las tribus de esta región por primera vez en su historia. Durante el siglo subsecuente a la muerte del Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, los ejércitos del Islam –enardecidos por la fe– lograron conquistar un territorio inmenso, que se extendía desde la India y hasta las costas atlánticas de España y Portugal, incluyendo el norte de África y el Medio Oriente.
El mundo Islámico retomó y desarrolló los logros intelectuales de otras civilizaciones, dando lugar así a un auge del saber que no tendría paralelo hasta el Renacimiento.
Mientras Europa languidecía al inicio de la Edad Media, los eruditos y pensadores musulmanes enriquecían al mundo con un importante centro de enseñanza islámica (Al Azhar, en El Cairo) y refinaban todo: desde la arquitectura hasta el uso de los números. Simultáneamente, comerciantes musulmanes se hicieron a la mar y difundieron su fe en el sur de Asia, China y las costas orientales de África.
A finales del primer milenio, el floreciente imperio islámico fue sometido a prueba cuando Europa Occidental –incitada por el contacto con el Medio Oriente islámico – despertó y decidió atacar, desencadenando las Cruzadas con el fin de recuperar Jerusalén de manos de los musulmanes.
Aunque en un principio las fuerzas musulmanas fueron fragmentadas y superadas, al final los musulmanes lograron recuperarse y derrotar a las huestes invasoras de los cristianos, cuyo legado sangriento (la masacre indiscriminada de miles de árabes inocentes –tanto musulmanes como cristianos– y de los judíos de Jerusalén) se encuentra aun presente en la mente de muchos.
Mientras Europa logró recuperarse y prosperar durante el Renacimiento y más allá, el florecimiento del mundo islámico continuó gracias a la creación del Imperio Otomano a finales del siglo XIII. Este poderoso estado cayó a finales de la Primera Guerra Mundial, lo cual desembocó en la fragmentación de su territorio –en su gran mayoría musulmán– y el surgimiento de los actuales países del Medio Oriente.
Aunque unas pocas naciones musulmanas son ricas gracias al petróleo, la mayor parte son pobres y cada vez se desmoralizan más debido a su posición en el contexto internacional. Descontentos y desilusionados, muchos individuos de estas sociedades toman el Islam como una manera de reafirmar su identidad y de recuperar algo de control sobre sus propias vidas.
Además, muchos musulmanes –especialmente dentro del mundo árabe– están furiosos por el continuo apoyo de los Estados Unidos a Israel, así como por la guerra y las sanciones económicas contra Iraq; considerando esto último como un golpe de gracia contra el pueblo Iraquí, quienes son, al fin y al cabo, sushermanos musulmanes.
Para gran parte de los 1.300 millones de musulmanes en el mundo, el Islam es una forma de vida, una disciplina consistente en ver el mundo a través de los ojos de la fe.
"El Islam me ha proporcionado lo que me faltaba en la vida", nos dice Jennifer Calvo de Washington D.C. Calvo tiene 28 años y se ve como si acabase de salir de un cuadro de Botticelli: tiene facciones aguileñas e impactantes ojos azules enmarcados por un pañuelo blanco cuidadosamente ceñido dentro de su túnica hasta el piso. Calvo creció en una familia católica y labora como enfermera.
Hace dos años –al igual que muchos más lo han hecho durante 1.400– años Jennifer se convirtió en musulmana con el simple hecho de pronunciar las palabras "la ilaha illa Al-lah, Muhammad rasulul-lah". (No existe dios verdadero sino Al-lah, y Muhammad es el mensajero de Al-lah).
"Todo se ha vuelto tan simple", nos dijo Jeniffer. "Somos solo Al-lah y yo. Por primera vez en mi vida siento paz interior".
Para Calvo y para la mayor parte de los musulmanes del mundo, esto es lo que la llamada del Islam a orar significa: encontrar la paz en un acto de sumisión; postrándose ante Al-lah 5 veces al día, al unísono y en dirección a la Meca desde cualquier punto de la tierra.
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